martes, 28 de agosto de 2012

Se acaba Agosto

Por fin se acaba un mes algo duro, sometidos a temperaturas peores de las esperadas por las personas que han decidido habitar la Tierra, con extra-extra de trabajo (Guardia Sábado, Domingo sola con los niños, Mañana Lunes, Mañana-Tarde Martes, Miércoles sola con los niños, Jueves Guardia, Viernes sola con los niños...y así los 31 días disfrutados), dos cumpleaños de "princesas relativas" celebrados, y lo que ello conlleva... y una vida personal inexistente, lejos de  todo placer terrenal.
Y al llegar a casa hoy, con la cabeza cargada de pacientes, cansancio, y sandeces múltiples, no ha sido tan fácil tomar la sopa y el yogourth como yo esperaba, (me quedé con hambre, claro, porque a ver quién come más a las diez y media de la noche, si pretende dormir algo, porque yo quería comer de las dos tartas de ayer por lo menos).
Al oirme, ha bajado raudo de su habitación, un saquito de huesos ( a pesar de lo que come), para decirme que no podía dormir porque había visto en la tele a una señora con los ojos negros y la cara roja que le daba miedo (¿se referiría al Ecce Homo  tan inconvenientemente modificado por una deficiente artística y mental?).
Pasado ese primer punto, lo he convencido para que me dejara cenar, y que se subiera a la cama, que yo iba enseguida... No ha colado la patraña, y se ha querido quedar en el sofá, repasando su nuevo álbum de la liga de fútbol, por lo que mientras cenaba, me ha ido indicando que le comprara chicles, porque entraba en un sorteo, que me metiera en una página de internet, en la que sorteaban varios premios, que fuéramos al Burger, que regalaban cromos para el álbum...
Como quiera que he terminado sin demasiada gloria mis pequeños manjares, me he subido con él a la habitación, teniendo que quedarme un ratito utilizando diversas técnicas de somnolencia, incluidos cánticos, abrazos, besos y demás, mientras escuchaba que había bajado tantas veces,  porque hoy no me había visto (verdad al menos).
Eso no ha sido suficiente ni de lejos. De nuevo, cuando bajaba de la primera planta, creyendo zafarme por fin, unos pies han vuelto a asomar por las escaleras, y en esta ocasión, la historia ha subido de tono: mamá, no me puedo dormir, porque pienso que va a venir un cartero a entregar un paquete y nos va a matar a todos menos a mí, que me voy a esconder (eso me suena a los siete cabritillos...), y después van a venir sus amigos a bailar sobre la tumba.
¿Pero qué tumba, hijo?, he decidido preguntar, con el objeto de zanjar una historia de lo más lúgubre para estas horas (habrá visto el telediario?), ¡pues la nuestra!, ha respondido.
He pensado, que si lo mandaba a la mierda iba a tardar más rato en poder descansar, y, de nuevo me he subido a la cama con él, y tras otro envite de mimos y claudicar diciéndole que mañana lo llevaba a la hamburguesería , para que le dieran cromos con el menú, se ha dormido.
¿Por qué no le preocupan estos temas tan variados durante el día, mientras le grito y castigo por sus comportamientos inadecuados perpetuos?


sábado, 11 de agosto de 2012

La mala educación

3.35 ( o algo así): Mamá, me he hecho pis.
Abro los ojos y veo a uno de los primeros visitantes de la noche (no indicaré ni siquiera el sexo, para proteger intimidades).
Consigo arrastrarme de la cama hacia una posición erecta , y cambio de atuendo al ser, que procedo a depositar en una cama colindante (vacía, porque la tercera persona se haya con los abuelos, pasando unos días de terror para ellos).
Me acuesto de nuevo. Alguien ronca. Consigo dormirme.
4.35-4.45: Mamá, me he meado. Antes de abrir los ojos de nuevo, aparecen en mi cabeza todos los símbolos y exabruptos empleados por Ibáñez en las tiras de Mortadelo y Filemón.
Me levanto y aprovecho para mear yo, no vaya a ser que acabe como ellos, y tras el cambio de pijama, acuesto en mi hueco de la cama al segundo individuo. Me queda, como siempre, el sofá, porque las restantes camas de la competición, están algo, diríamos húmedas.
Allí me voy y consigo, de nuevo, distanciar mi mente de la realidad.
7.00 AM. Oigo unos pasos bajando la escalera que me desvelan la clara intención de desayunar, no importando que el día anterior yo hubiera trabajado hasta las 22 horas, y hoy no haya casi dormido. Eso es, del todo secundario en mi existencia.
8.35 LLega la asistenta y, conforme entra por la puerta, le doy la bolsa con las toallitas, los dos botellines de agua recién cambiada , y le endoso a los niños vestidos, para que se vayan "un ratito al parque, ahora que todavía hace fresquito"...
Subo a la habitación para empezar a cambiar camas meadas y a poner lavadoras, y al encender la luz de la habitación, suena una explosión," se van los plomos", y veo cristales de la bombilla hecha añicos, de rosca ancha, tamaño pequeño y 40 Watios, por encima de las camas y la moqueta...
De nuevo, acuden a mi mente los bocadillos de los tebeos, pero esta vez con más figuras e insultos que herirían susceptibilidades en todas las civilizaciones conocidas y por conocer.
No pasa nada, recapacito, si tengo tiempo...
Sacudo las camas y la moqueta y lo voy poniendo todo a lavar, hasta las telas de la cuna del muñeco, por si acaso.
Ordeno la casa, guardo ropa planchada el día anterior y me ducho. Tengo que salir para comprar varias cosas.
Me pongo un pantalón corto (hasta medio muslo) de Desigual, y una camiseta de tirantes (40 grados a la sombra, por lo menos). Describo el vestuario, que no vendría a cuento de otro modo ( o sí), porque, al llegar a la tienda de la esquina, una señora de unos 80 años de media, le dice al tendero más o menos: anda que si vienen así muchas esta mañana te van a entretener. ¡Si mi madre levantara la cabeza!.
No contenta, insiste y amplifica su disertación, o no dándose cuenta de mi presencia, o , lo más seguro, no importándole lo más mínimo, mientras el tendero no sabe dónde mirar ni qué decirle ( al fin y al cabo, es una clienta y estamos en crisis...).
Yo, sin inmutarme, como me caracteriza en mi vida habitual (sólo mis hijos consiguen mis gritos y desesperación con soltura ), cojo lo que necesito, pago y me voy sin mediar palabra, pero pienso, que si su madre levantara la cabeza, la pobre, se preocuparía bastante de tener una hija tan maleducada.

martes, 7 de agosto de 2012

Ordenando

Ordenando la casa, tras nuestra vuelta (¿ he dicho ya que no hemos tenido vacaciones?...), he encontrado unas líneas escritas en una libreta que procedo a mostraros, por si os sirven de algo.
Se trata de una reflexión que le encargué hacer al mayor en un momento de desesperación por mi parte este Verano.
El asunto era contestar por escrito a : ¿ por qué no obedezco a mis padres?, y aquí van las respuestas: (transcripción literal)
1 porque me aburro
2 porque las hermanas no paran de molestarme
3 porque quiero jugar
4 y lo demás son accidentes.
Ahí lo llevas... de modo que el hecho de desobedecer a los padres, es realmente un accidente.
De haber sabido antes todos estos motivos, me hubiera ahorrado quebraderos de cabeza, y , asumiendo que es un objetivo inalcanzable, no me propondría diferentes métodos para obtener un resultado final.
Mucho peor es la canción que escribió en Junio, en clase, para acabar de rematar a su sufrido profesor, que ha aparecido perdida por la cocina, y que recomiendo no lean aquellos cuya susceptibilidad pueda ser herida no tan fácilmente.
Repito, que es de Junio, aunque parezca, en su principio, un villancico (sólo en su principio, porque el final, no soy capaz de describirlo...):
"Ande, ande, ande, el culo de la vieja, ande, ande, ande la marimorena. El culo de la vieja tiene 200 gérmenes, y el culo del viejo tiene 3000. Ande, ande, ande, el chuchi de la vieja, ande, ande, ande, la picha vieja. El chuchi de la vieja tiene el culo lleno y gordo del pipí, y el del viejo está completo de besos de su mujer. Ande, ande, ande, los viejos besos enamorados, ande, ande, ande, adiós gordos, meados y cagones amigos."
... Me queda la esperanza de que las hermanas, por el momento, tan sólo dibujan y colorean, y por lo menos, la mayor, dibuja cosas que parecen bonitas como: muñecas, flores, corazones... y pega pegatinas de perros a los que les pone nombres, lo cual parece bastante más razonable que las creaciones del hermano (lo que dibuja la pequeña, no lo sabe ni ella misma).
Puede quizás que estemos ante el premio Planeta del 2020, pero tendrá que cambiar bastante el estilo, y sobre todo el contenido, para poder lograrlo.