Las criaturas van evolucionando y creciendo, como los Tamagochis, aunque, por supuesto, dando muchos más problemas y quehaceres que la susodicha maquinita, que por cierto, no sé ya si existe siquiera.
Como anécdotas de la semana, la pequeña anda diciendo que nació en un restaurante, con lo que no me queda claro qué opina acerca del parto y sus consecuencias... y si sabe acaso lo que es un hospital (tengo en tareas pendientes explicárselo todo).
La mediana, sigue tan zalamera como siempre, y consigue allá dónde va todo lo que quiere. Ayer, se le cayó por el suelo un pulpo verde que se resbala por los cristales denominado "Walkie Wally" o algo así, y en un momento, paralizó todo el tráfico con sus gritos y ruegos, hasta bajando los conductores las ventanillas para ver qué pasaba, procediendo yo, con premura, a coger el muñeco y salir huyendo prontamente como madre atormentada y señalada que soy...
Hoy, para que le siguiera cantando para dormirse me ha dicho sin pensárselo: es que tienes una voz preciosa... Yo he meditado momentáneamente: ¿ cómo se puede ser tan mentirosa?, aunque le vendrá bien para la vida real...
El otro día, entre las dos hermanas, extorsionaron a un pobre niño y su abuelo, que habían traído un cachorro de gato al parque, para cogerlo ellas, y conseguir que el gato se escapara y se subiera a los entresijos de los bajos de un coche, sin volver a saberse de él, por lo menos mientras yo salía pitando con ellas de allí, agarrándolas de los pelos, para que el abuelo no nos diera a todas con el bastón, y acabara , por fin, con nuestro sufrimiento.
Espero que el buen hombre o ese niño aturdido por mis hijas, no se acuerden de nosotras...
Por su parte, el mayor, merece esta semana una mención especial, porque, y sin que sirva de precedente, por primera vez en todo el calendario de su historia laboral, el profesor le ha escrito: "genial", y "muy bien" tres días seguidos, refiriéndose a su comportamiento en clase.
El calor le debe haber derretido el cerebro, pero aprovecharemos la racha, a ver si dura, y mientras tanto, está teniendo todos los parabienes existentes.
Además, la criatura come estupendamente de todo, tanto es así, que ayer, su padre rechazó una tortilla francesa de espinacas y manzanas , ideada por su amada madre, y el chiquillo, ni corto ni perezoso dijo en la mesa: no te preocupes abuela, dámela a mí, yo sí tengo el valor de probarla...( todos nos reímos , porque "tuvo el valor", y se la comió sin rechistar, así como todo lo comestible del planeta, que un día saldrá la tenia que debe tener escondida de paseo, gorda como una pitón...)
Salir con ellos a la calle o a cualquier local público, sigue siendo igual de ruinoso mental.
Hoy hemos entrado por la tarde en una cafetería con el objeto de que se tomaran un granizado de limón.
Se han sentado, lo han pedido, y ha comenzado el turno de ruegos y preguntas parlamentario: por favor señora, ¿podría ponerlos en un vaso de plástico, que estos los rompemos?, por favor, ¿nos da pajas?. Tenemos sed, ¿nos podría dar un vaso de agua?. Señora, me podría dar una cucharita para comerme el hielito?. ¡Yo quiero esa paja rosa y no la que tengo! ( la hermana igual, claro...). La camarera me miraba ya con cara de : ¿con todas las cafeterías que hay en el mundo, habéis tenido que entrar en esta?, por lo que he pagado, y sin terminar la pequeña de sorber su merienda, nos hemos dirigido hacia el parque, donde la mediana, ha aprovechado un descuido, para arrancar una cantidad considerable de flores y de unos matojos que consideraba "trigo", y ha venido corriendo y proclamando que había cogido mucho trigo para hacer pan y tortas.
Tortas, hija mía, las que te voy a dar, he pensado, pero, por el bien del conjunto, he aguantado un rato para que jugaran y se cansaran para la noche, gracias a lo cual, os puedo escribir ahora estas líneas.
viernes, 18 de mayo de 2012
martes, 8 de mayo de 2012
La cita
Hoy, tras pasar ayer un día de lo más, diríamos agotador, por cantidad de trabajo, añadido al fallo de los sistemas informáticos durante más de un par de horas, lo que incapacitó el correcto desarrollo de la labor asistencial...y por la asiduidad e ímpetu de las ambulancias que vinieron, algunas de ellas con diagnósticos inciertos (una señora Alzheimer, a la que no sabían si le pasaba algo o no, con un ECG "con el que no la podían dejar así en la casa", que era el suyo habitual...), hemos dejado a los niños en el colegio (ya hablaré de ellos un rato largo, que están en el culmen de sus carreras, pero el otro día lo intenté y se desconectó el aparato de internet, perdiéndose lo escrito...), y hemos acudido a nuestra cita.
Seis meses de impago absoluto, y de no arreglar absolutamente nada del chalet supuestamente alquilado, como se había pactado en un principio, terminaron con el abandono voluntario de las interfectas, (por llamarlas de algún modo sin llegar a aplicar el insulto), tras burofaxes y mensajes de correo electrónico precipitantes del hecho en sí.
La "señoras" dejaron la casa en tal estado que sólo documentos fotográficos podrían describir lo allí presenciado: muebles viejos, eternamente sucios y corrompidos, malolientes, llenos de ropas arrugadas, usadas, papeles dibujados y rotos, colillas, pendientes sin pareja, cagadas de gatos, moscas sobrevolando toda la casa, sin saber dónde posarse en busca del hedor manifiesto, vajilla enmohecida con restos que se remontan a los tiempos de la Sábana Santa, pañuelos de mocos dentro de radiocassetes, muñecas amputadas por todos los rincones, carros robados del Carrefour con flotadores, cables, sacos de cemento...
A la hora pactada, han aparecido, con un enorme camión, tres individuos aseados, cabezas rapadas, tatuajes al viento, raftas en la perilla, de diferentes nacionalidades y habla cortés, que en pos de la ayuda al drogadicto, han tenido el valor de llevarse, no más de la tercera parte de lo requerido para que cualquier ser vivo del planeta, quiera ver la casa, que está desde ahora de nuevo a la venta.
Eso sí, al entrar, se han mirado, y se han colocado unos guantes gordos, de esos para evitar que te muerdan los perros rabiosos, y han comenzado a decir al poco que les picaba todo el cuerpo.
Nosotros mientras, aprovechando el carro, hemos ido cogiendo, con otros guantes, y ayudados por un amigo , (que en plan " Mujeres al borde de un ataque de nervios" ha venido en moto a todo pijo, para no perderse el espectáculo), cosas del suelo y llevándolas al contenedor más cercano.
Un coche de la guardia civil paseaba por la zona, pero, en esta ocasión, y sin que sirva de precedente, no hemos tenido que disfrutar de su estupenda compañía... a pesar de la cojera de mi señor esposo, bastante sospechosa, por parecer que va cavando zanjas en el suelo al andar, de un par de días de evolución , sin antecedente traumático, eso sí...
Inmersos en la mierda más absoluta, y mientras mi marido, en un intento purificador, echaba lejía a todos los agujeros que encontraba por su camino, he oído: ¡por eso estaba por aquí la gata!, y tras subir unas escaleras, me he encontrado, en un cajón de un armario, sobre un enorme sujetador lleno de restos de sangre, a tres gatitos minúsculos, con los ojos cerrados y los cordones umbilicales secos, pero todavía pendiendo de sus panzitas. He movido el cajón para ver cuántas bajas había, pero tres bocas abiertas han comenzado a maullar.
Por un momento he pensado, ¿y que hago yo ahora con tres gatos en mi casa?. Pero ha querido el destino que la gata, a la que no le hemos debido gustar lo suficiente, los fuera cogiendo del cuello , uno a uno, sacándolos de la casa y llevándoselos a un lugar recóndito, para que nos pudieramos ir a comer tranquilos, tras la labor realizada en el domicilio, y no a una Farmacia, en busca de biberones, una vez más...
De camino al coche, una señora le contaba a otra: a mí me vas a decir de historia ginecológica... Se ve que la señora podía escribir un Quijote con sus quehaceres.
Con la comida en la boca, a recoger a los zagales, llevarlos a piscina, comprar, y súbitamente entrar en la peluquería para ver si les podían cortar el flequillo a las nenas, que ya no veían con los pelos dentro de los ojos...
Todo ha salido según lo planeado, y, por fin, después de un gran lapsus, escribo unas líneas sobre el día de hoy, que ya estaba bien de mantener a la audiencia en vilo. Un saludo.
Seis meses de impago absoluto, y de no arreglar absolutamente nada del chalet supuestamente alquilado, como se había pactado en un principio, terminaron con el abandono voluntario de las interfectas, (por llamarlas de algún modo sin llegar a aplicar el insulto), tras burofaxes y mensajes de correo electrónico precipitantes del hecho en sí.
La "señoras" dejaron la casa en tal estado que sólo documentos fotográficos podrían describir lo allí presenciado: muebles viejos, eternamente sucios y corrompidos, malolientes, llenos de ropas arrugadas, usadas, papeles dibujados y rotos, colillas, pendientes sin pareja, cagadas de gatos, moscas sobrevolando toda la casa, sin saber dónde posarse en busca del hedor manifiesto, vajilla enmohecida con restos que se remontan a los tiempos de la Sábana Santa, pañuelos de mocos dentro de radiocassetes, muñecas amputadas por todos los rincones, carros robados del Carrefour con flotadores, cables, sacos de cemento...
A la hora pactada, han aparecido, con un enorme camión, tres individuos aseados, cabezas rapadas, tatuajes al viento, raftas en la perilla, de diferentes nacionalidades y habla cortés, que en pos de la ayuda al drogadicto, han tenido el valor de llevarse, no más de la tercera parte de lo requerido para que cualquier ser vivo del planeta, quiera ver la casa, que está desde ahora de nuevo a la venta.
Eso sí, al entrar, se han mirado, y se han colocado unos guantes gordos, de esos para evitar que te muerdan los perros rabiosos, y han comenzado a decir al poco que les picaba todo el cuerpo.
Nosotros mientras, aprovechando el carro, hemos ido cogiendo, con otros guantes, y ayudados por un amigo , (que en plan " Mujeres al borde de un ataque de nervios" ha venido en moto a todo pijo, para no perderse el espectáculo), cosas del suelo y llevándolas al contenedor más cercano.
Un coche de la guardia civil paseaba por la zona, pero, en esta ocasión, y sin que sirva de precedente, no hemos tenido que disfrutar de su estupenda compañía... a pesar de la cojera de mi señor esposo, bastante sospechosa, por parecer que va cavando zanjas en el suelo al andar, de un par de días de evolución , sin antecedente traumático, eso sí...
Inmersos en la mierda más absoluta, y mientras mi marido, en un intento purificador, echaba lejía a todos los agujeros que encontraba por su camino, he oído: ¡por eso estaba por aquí la gata!, y tras subir unas escaleras, me he encontrado, en un cajón de un armario, sobre un enorme sujetador lleno de restos de sangre, a tres gatitos minúsculos, con los ojos cerrados y los cordones umbilicales secos, pero todavía pendiendo de sus panzitas. He movido el cajón para ver cuántas bajas había, pero tres bocas abiertas han comenzado a maullar.
Por un momento he pensado, ¿y que hago yo ahora con tres gatos en mi casa?. Pero ha querido el destino que la gata, a la que no le hemos debido gustar lo suficiente, los fuera cogiendo del cuello , uno a uno, sacándolos de la casa y llevándoselos a un lugar recóndito, para que nos pudieramos ir a comer tranquilos, tras la labor realizada en el domicilio, y no a una Farmacia, en busca de biberones, una vez más...
De camino al coche, una señora le contaba a otra: a mí me vas a decir de historia ginecológica... Se ve que la señora podía escribir un Quijote con sus quehaceres.
Con la comida en la boca, a recoger a los zagales, llevarlos a piscina, comprar, y súbitamente entrar en la peluquería para ver si les podían cortar el flequillo a las nenas, que ya no veían con los pelos dentro de los ojos...
Todo ha salido según lo planeado, y, por fin, después de un gran lapsus, escribo unas líneas sobre el día de hoy, que ya estaba bien de mantener a la audiencia en vilo. Un saludo.
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