Creo que me había quedado por los deberes.
El asunto manda cojones, pero de los gordos, porque este tema no es: ¡qué bien, que hacen los deberes en un momentito y al parque!, no, nada de eso.
Para resumir, la mediana, a pesar de que se dedican a chincharse , quieren los mismos colores u otros que no existen, y a que comete algún pequeño fallo, termina de modo bastante hacendoso la primera.
Pero esto no ocurre ni de lejos con los otros dos perturbados mentales.
El mayor se empeña en que no sabe lo que le preguntan los enunciados, además de hacer la letra más cochina del mundo, enfadarse cuando le borro continuamente, y preguntarlo todo a la misma vez que las otras dos, por lo que el café que me tomo previo al evento, me altera de tal modo, que me tiraría por la ventana, de no ser porque se trata de un primer piso, y ver a una tía en bragas, despeinada, sucia de la playa, que no duerme nada bien, tirada en el suelo de la calle, doliéndose de alguna parte, es un espectáculo más que triste, esperpéntico, por lo que prefiero llamar al director general, para que se atrinchere con ellos y deponga su siesta para encabronarse conmigo y sus adorables nenes.
La peor con diferencia es la pequeña, que empieza a decir que se mea, a tirar el lápiz al suelo, alegando que se le cae (mentiraaaaaa), a decir que está cansada, a salirse de los trazos simples que debe hacer, a llorar y moquear y sudar cuando empezamos a borrarle y a hablarle en tonos discordantes, terminando finalmente dos hojas en más de una hora larga, y con un nivel de estrés paterno digamos, bastante importante.
Si le gustará poco el tema deberes, que, hoy Domingo me ha preguntado: ¿ y los deberes?, y tras contestarle que hoy descansábamos, le ha cambiado la cara y me ha abrazado con un ¡gracias mami!.
Después llega el baño (no tengo ganas de describir otra lucha, os la imagináis, con pelos enredados incluidos y dilemas por la ropa elegida por la madre)... Y al parque, donde juegan un rato previo a la cena.
Si cenamos en casa, están controlados, pero si cometemos el error de salir, os remito al episodio donde relaté una comida fuera de casa, que a mí me gusta especialmente, porque describe con realismo crudo y absoluto lo que es llevarlos a comer.
Encima, últimamente les ha dado por entrevistar a todos los camareros y gente de las mesas colindantes, hasta que se enteran de todo lo habido y por haber de sus vidas, incluyendo en el repertorio decir cómo nos llamamos todos y qué edades tenemos, cosa que a mí no termina de convencerme, no porque pretenda ocultarle a nadie mi edad, sino porque lo considero del todo improcedente.
La otra noche, además, la pequeña, decidió que ya era hora, y en un segundo de descuido, se empinó la botella de Heineken del padre, dándole un buen trago. Claro que de inmediato sintió en su preciosa boca un, diríamos bofetón, que le hizo echarlo todo de golpe sobre su vestido floral.
Así que sabemos, en resumen, los nombres y situación familiar de todos los camareros de la zona.
Además, también conocemos a gran parte de los gays, porque van todos a mi gimnasio, y en la playa, todos saben los nombres de mis hijos, porque no hacemos más que llamarlos continuamente al orden. Continuará o no...
Por cierto, lo del título, para quienes no la hayan visto, hace referencia a una película en la que todos los días son iguales, una y otra vez...
Pero Paloma!!!!!!Que desde que decidimos entrar en este maravilloso mundillo...teníamos clarito que la vacaciones se habían terminado...o no? Pero para eso tenemos el recuerdo, para volver soñando hacia atrás y disfrutar de nuestra vida pasada... como de ilusiones también se vive...de recuerdos aún más. Un besito
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