Me quedé sin detallar, en anteriores entregas, cómo me había erosionado varios dedos de las manos. Procederé a explicarlo, para rellenar la historia de hoy de un modo u otro...
Todo comenzó con un arrebato de limpieza extrema. Harta del desorden que reina en mi vida, y sin reparar en ningún tipo de reflexión, me dirigí agresivamente hacia el trastero, y comencé a llenar de pesados botes con muestras de pinturas secas ( o eso creía yo, al menos) una gran bolsa de plástico, y, justo antes de ir al cole a por los niños, salí a la calle con la bolsanca de jardín repleta de material pictórico.
La desgracia acaeció cuando, al doblar la esquina, dirección contenedor, el plástico se desfondó, cayendo todos los tarros rotos al suelo, estableciéndose una argamasa pringosa de diferentes tonalidades, que se expandía por las losas propiedad de nuestro querido ayuntamiento.
Podría, y debería haber huído, pero, quiso el destino, que un vecino, habitual del traje chaqueta, la seriedad extrema, y la dificultad en el saludo, saliera en esos momentos de su vivienda , descubriendo, sin demasiado entusiasmo, el tinglado que yo acababa de organizar.
Pudo irse, pero le superó la humanidad, y, decidió ir a su casa para traerme una caja de cartón (aprovecho para saludar al indigente de Águilas), en la que , con bolsas de plástico, comenzamos a echar todos los cristales, y restos de pintura. He ahí que comencé a clavarme pequeños pedazos de cristales por las manos, pero, observando al vecino, en cuclillas, enseñando cual obrero zonas que oculta normalmente su correcta y educada vestimenta, proseguí con mi misión sin rechistar.
Lo peor fué llegar a casa e indicar lo que había ocurrido, con la prisa que había en ir al colegio, habiendo quedando todo el pavimento lleno de pinturas múltiples.
Mi marido, acostumbrado a su (sólo a veces) desequilibrada esposa, salió raudo a la calle fregona y cubo en mano, cual príncipe de cuento de hadas (bueno, no sé si de hadas...) para intentar disimular lo máximo posible, el ataque cruento al mobiliario municipal, consiguiendo, en un tiempo récord, un aspecto de las losas más que inmejorable.
Llegamos justos a por los nenes, y todo quedó resuelto y casi olvidado para siempre.
No he vuelto a cruzarme con el vecino, pero estoy segura de que ahora sí que no me saludará.
Aunque el verdadero motivo de la historia de hoy ha sido una llamada telefónica.
Después de dos días de encontrar en el móvil silenciado, unas llamadas de un 91..., hoy, por fin lo cojo, y oigo a un hispano varón: ¿Vanessa?. Por supuesto, yo no conocía a esa señora o señorita, y entonces, me ha dicho, que daba igual, que se había equivocado, porque quería hablar conmigo.
Pertenecía a no se qué agencia y me ha ofrecido cuatro noches de hotel gratis . A mí no me interesaba el asunto, y aún estando saliente de guardia, no he visto viable que nadie me diera nada gratis, y le he dicho sin pensármelo: para poder ir a un hotel, ¡tendría que matar a toda mi familia!.
Después, me ha parecido algo excesivo, pero el muchacho ha seguido hablando sin inmutarse, teniendo que indicarle que no, muy amablemente, procediendo a colgar el teléfono.
Si a mí me dijeran eso, dejaría de insistir, pero estos profesionales del teléfono, están dispuestos a todo, y hasta me ha comentado después que tenía todo el año para usar los bonos ( si estoy en la cárcel, por asesinato múltiple, debería darme más margen ...). Creo que escogen a gente modificada genéticamente y los esclavizan al teléfono, con frases estereotipadas , sin escuchar lo que dicen sus adversarios.
En fin, voy a dormir un rato.
Ay, hijica mía...y yo quejándome por los míos...si comparados con los tuyos son unos angelicos del Señor!!!!! y encima me quejo. No tengo justificación, soy una egoísta, impaciente, egocéntrica y malíÍSISIma madre. Si fuera tú ya estaría ingresada en un manicomio pero tú aún sigues ahí luchando contra los elementos de la naturaleza y encima tienes la bendita paciencia de escribirlo después de todo...que lo comprendo, pues así te desahogas. Yo se ve que mi mente anula los malos ratos y ya no tengo que plasmarlos en ningún sitio...aún así...no estaría justificado.
ResponderEliminarA veces me arrepiento de gritarles porque me olvido de que estoy tratando con niños y no con personas adultas...
Pero qué te digo...que no nos queda NA!!! Y esto es exponencial!!!
Hija mía, que nos podamos ver en la próxima cena...no queda na...menos de un mes. Un besazo
Paloma estoy esperando impacientemente la siguiente entrega...
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