domingo, 5 de febrero de 2012

Siete años

Sin haber descansado bien, me he ido al trabajo, pasando bastante frío, lo que tiene una enorme ventaja, porque me procura la vitalidad que me falta para conseguir llegar andando. Aunque una vez allí, me hubiera ido a casa, a acostarme en mi cama, tras un baño con sales aromàticas, y a ser posible un masaje "extractor" de 10 años al menos.
Tras la jornada, esta vez corta, porque sólo era de mañana, de vuelta a casa, a comer una rebanada de pan Bimbo con foiegras, y el caldo restante de un guiso (sí, bastante patético), en el que he decidido mojar algo de pan integral, con el fin de darle algo de consistencia al condumio, acompañada además de mi pequeña, que se ha tirado toda la semana sin ir al cole por tener fiebre, lo cual es difícil de ocultar, con el fin de que la profesora se la coma con patatas, y no nos llame a casa para que vayamos a recogerla. De no existir los termómetros ni el tacto para apreciar el calor, la nenita hubiera ido al cole la primera...
Ingerido el manjar, a la calle, a sacar dinero porque necesitaba ir a una tienda o badulaque, para conseguirle a mi hijo 24 bolsitas con alguna cosa para llevar a clase y, sentirse importante ante sus amigos, aunque , definitivamente, no lo merezca.
En el aula se levanta constantemente de su asiento, interrumpe las explicaciones, solivianta a los demás y se tira al suelo revolcándose , según su maestro "como una croqueta", sin pensar; ni siquiera a sabiendas de los castigos posteriores en clase y fuera de ella.
He llegado a tiempo, y, feliz, porque pensaba que el día de su cumple no podría repartir nada, les ha dado una bolsita a cada uno: incluía un peta-zetas de fresa ( yo llevaba uno de repuesto para mí, por supuesto...), una piruleta de corazón y unos conguitos de chocolate de colores. Algunos niños se han acercado a darme las gracias, y hemos salido de allí victoriosos hacia casa, donde las abuelas habían hecho tres pasteles para que el infante pudiera soplar las velas con sus tíos y abuelos, porque el padre, se hallaba descansando en un lugar costero, de guardia.
Entre sus regalos, el FIFA 2012, que lo ha mantenido inmóvil en el sofá ( creo que se lo voy a prestar a su profesor), aunque no por ello no ha habido lío en casa, con dos hermanas y cuatro primas, la mayor de 8 años la semana que viene.
Ha cumplido feliz sus siete años, y yo me he inflado a tartas, petazetas y conguitos (con una copa de Pedro Ximénez, para no atragantarme), tal vez porque la comida había sido algo deficiente, y porque ante el tumulto, los míos estaban entretenidos, y no se han abalanzado sobre mí, como de costumbre, para que les de lo que intento comer.
Un saludo a mis seguidores (que más bien creo que son seguidoras).

1 comentario:

  1. Qué lástima no haber estado yo, me hubiese unido a tí al festín de peta zetas...y como no, a la copita de Pedro Ximenez...para poder aguantar toda la matraca, claro.

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