Comiendo torrijas de vino tinto Casa de la Ermita y miel del campo de Cartagena, aptas para legionarios, por la contundencia del sabor, y la adicción que producen (por supuesto obra de la inestimable suegra), decido describir, con los dedos pegajosos, y sin parar de ir a la cocina (luego me preguntaré de dónde esos tres Kilos adquiridos...), algunos de los hechos últimamente acaecidos...
Para empezar, la pequeña está cada vez más rebelde, y frases como: ¡no me da la gana!, ¡tú no mandas!, ¡me voy a casa del vecino!, son emitidas por su laringe diariamente. Claro que cuando le dices que muy bien, que se vaya a casa del vecino, contesta de inmediato: hoy no, el Lunes...
El mayor, descansa de nosotros... unos días en casa de los abuelos maternos, donde se porta "divinamente", haciendo todo lo que le interesa sin que nadie le tosa. El problema lo tendremos, como siempre, al volver, porque habrá que bajarlo del eslabón Zeus, al de culebra callejera...
Por su parte, la mediana, que es la que menos gritos diarios recibe, está en la temporada: me voy cayendo y raspando el cuerpo continuamente, hasta no dejar pedazos libres de piel sana. Hace tres días, sin ir más lejos, optó por resbalarse encima de la meada de la hermana, que por temas físicos y químicos, había formado barro con la tierra allí existente, levantándose del suelo chorreando (por cierto, el leotardo con un agujero en la rodilla y sangre de por medio), por lo que optamos retirarnos de escenario y volver a casa a bañarla. A todo esto, hasta que alguien , un rato después (osea yo), le dijo que llevaba sangre en la "tronera", no había decidido llorar, por lo que me pregunto: ¿lloran realmente cuando se hacen daño, o es todo puro teatro?...
Hoy hemos ido a la procesión de Viernes Santo, las dos nenas y yo (por cierto, siento que estés de guardia, pero le tendrás que decir a tu madre que te haga otro día más torrijas...).
De camino, la pequeña ha decidido, una vez más , ser algo imprudente, y, a unas monjas que paseaban tranquilas, les ha dicho: hola, ¿váis a Belén?. Se ve que los hábitos le han sugerido esa estimación tan oportuna...( mucho peor fue el otro día, cuando, al pasar por en medio de un grupo de deficientes a cargo de unos monitores, viendo a uno con los ojos cerrados, gritó señalando: ¡mira mamá, ese está muerto!...). Un día de estos, mi integridad física correrá peligro, de la psicológica, no me molesto en hablar.
Al llegar al lugar dedidido, se han establecido, sentándose incluso la pequeña, encima de una señora que había pagado religiosamente su asiento, procediendo, al poco, entre las dos, con esas caras de ángeles y esa labia, a desvalijar a los capirotes. Eso sí, rechazando las habas únicamente, por lo que, en menos de media hora, habiendo comido monas, caramelos, chicles, piruletas...he decidido irme de allí (llevo hasta un huevo duro en el bolso).
Después estábamos invitadas a un cumpleaños al aire libre, al que han llegado hambrientas, y , lejos de irse como los demás niños a saltar en un castillo inflable, habilitado para diversión de los corrientes, se han dedicado a comerse los pedazos de pulpo más gordos, y los mejillones, que se suponían para los padres, que miraban perplejos a las dos perlas. Eso sí, no han tomado cerveza, sólo un litro de zumo tropical entres las dos.
Creeréis entonces, que al llegar a casa no han comido...já,já, espirales de espinacas con tomate y cebolla caseras, queso rallado y hamburguesas de ternera picadas por encima, y yogourth ( 13.30 del mediodía). A las 14.30, mis oídos han escuchado: ¿mami, cuándo merendamos?.
¿Tendré dinero para poder alimentarlos en cuanto crezcan un poco más?...
Claro que yo hoy mejor me callo, no sé si será el vino, la miel, o el pan duro...¡vaya infleta!.
Me puedo imaginar las situaciones relatadas pues conozco bien a las dos perlas y se que se comen a Dios por los pies y eso que faltaba el refuerzo del tercero que a la hora de comer gana a las otras dos por goleada.Lo que siento es no haber estado en tu casa por lo de las torrijas pues una vez más debo alabar la impagable labor de tu suegra que rompe con el "mito" de las suegras, es una bendición de Dios y encima cocina de fabula.Un beso. Marian
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