Como el nombre indica, otro horrible , desesperante, machacante y destrozador Domingo sola.
Imposible no gritarles o no desear meterlos en un lugar insonorizado, donde durmieran varios días seguidos.
Puedo sobrellevar con gran tolerancia, que a la mediana le haya dado por venir con la ropa completamente agujereada gracias al sofisticado instrumento: lápiz ( existen pruebas gráficas, para los menos creyentes), o que todos los recreos tire el babi al garaje del colegio, y el bedel, que es un santo varón, me lo entregue habitualmente lleno de la suciedad de los coches, que a lo largo del día, le han pasado por encima...
Puedo comprender que a la pequeña la castiguen a la clase de los bebés por mal comportamiento, que continuamente diga: indiota a sus hermanos, y se dedique a molestarlos en busca de gresca...
Puedo aceptar, que el mayor salga afónico diariamente de clase, que su comportamiento siga siendo más que dudoso, y que también pierda en la jornada escolar el babi y otras piezas de ropa...
Pero que me jodan Domingo tras Domingo el padre y los tres niños, eso ya es harina de otro costal.
Al mayor, todo le parece mal, y continuamente descarga su ira en los objetos de alrededor, cosa que está aprendiendo la pequeña a las mil maravillas. Los tres se pelean continuamente, y continuamente quieren que se les compren cosas, o comer a todas horas, o hacer lo contrario de lo que se les indica, no acudiendo cuando se les llama por la calle, para poder pasear civilizadamente como si de una familia normal se tratase.
De manera que tras el enorme esfuerzo físico y psicológico de sacar a las bestias de paseo por la calle por la mañana, llega el encierro de la tarde, que con creces es muchísimo peor, deseando cada interminable segundo no estar allí.
Gritos, mordiscos, lamentos, cabezazos contra el sofá, numerosos insultos, desorden, portazos, baños, cena y a la cama sin cuento ni ostias.
Y mañana, por supuesto a trabajar hasta las diez de la noche, un Lunes, en una puerta de urgencias...
Claro que, por muy hijo putas que sean algunos pacientes, jamás consiguen desesperarme como mis hijos. Y por mucho trabajo que haya, no me supera tanto.
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