Sí, el título de hoy hace referencia al famoso Pictolín.
Desde las ocho y media ,trabajando sin parar hasta las tres. Salgo y llueve. Justo entonces, cuando podría haberlo hecho toda la mañana y así haber persuadido a los asiduos de la sanidad, para que depusieran su actitud de ir, sin piedad alguna, en el horario por mí sufrido.
El caso es que con intención de llegar antes y de no mojarme, cojo un taxi.
Llego a casa cansada, con sueño, en espera de encontrar suculentos manjares, pero lamentablemente, los veinticinco cocineros imaginarios se han evaporado, y mi triste realidad son dos rebanadas de pan de molde con salchichón (¿estará caducado que se rompe con mucha facilidad?) y una loncha de queso. Para compensar, un café con leche y varias(pero varias , varias...)galletas Príncipe de Bequelar o como se escriba esa marca, bien rellenas de chocolate.
Llueve màs que antes. Mucho mejor. Para ir a recoger a los zagales del colegio, es bueno que el camino tenga las mayores adversidades posibles, con el fin de conseguir algún record Guiness tarde o temprano. Por supuesto, a estas alturas ya os habréis planteado que alguien està de guardia...
Llegamos todos a casa, empapados, con los zapatos nuevos con pérdidas de color a ronchas (los caros aguantan una media de tres meses, los menos caros una semana aproximadamente).
Meriendan, y yo, como me apetece un caramelo, procedo a tomarlo sin mucha publicidad. Pero Don Martirio se da cuenta y comienza con su retahíla: mamà, ¿me das un caramelo de esos?.
No hijo, acabas de merendar y váis un rato a jugar arriba, ademàs, sabes que a mamá no le gusta que comáis caramelos duros que os podéis atragantar.
Pero, yo los como siempre en casa de la abuelita. He dicho que no.
Tras el baño y la cena, el segundo round: mamà, me pica la garganta, ¿me das un caramelo?.
Aburrida, y en un momento de flaqueza, le digo que después le daré uno.
Empieza Cars 2, y todos la vemos en el sofá(mentira, la pequeña se dedica a desquiciarme cada segundo y a hacer imposible que me entere del argumento, y ademàs decide cagar). Mientras la limpio, aparece el otro con el caramelo en la mano: ha registrado mis bolsos hasta dar con él.
Me enfado y le recuerdo la orden de no registrar los bolsos de nadie, intentando de nuevo ver un pedazo de film.
Cuando los convenzo de que es la hora de dormir, subimos a las habitaciones,y de nuevo, me recuerda que le prometí que luego se comería el caramelo. Intento explicarle que le dije eso para que me dejase en paz, utilizando entonces el niño, planes alternativos: llega el momento de llorar, porque no cumplo mis promesas, consiguiendo, de este modo, que pre-brote, deseando quemar la fábrica de Pictolines, y acabando con ardor, no sé si por el caramelo o por mi hijo. ¿Me tomo entonces un Almax o un Valium?. Lo dejo a vuestra elección...
Despues de pasar una tarde de "bendita " fiesta en vuestra casa... Los relatos me parecen muy "light".
ResponderEliminarPobre Esther no sabias donde te metias
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